Reflexiones sobre mis prácticas de evaluación

Sin duda se trata de uno de los aspectos más arbitrarios e injustos de las prácticas de la enseñanza. En mi gestión como docente de lengua extranjera en el nivel medio, siento que las instancias de evaluación constituyen no solo el requisito que determinará la promoción de los estudiantes al nivel siguiente, sino, desafortunadamente, en muchos casos el único motivo por el que los alumnos quieran aproximarse al tema planteado.
El aprendizaje de una lengua extranjera involucra habilidades, como la lecto y audio comprensión, que se evalúan según criterios pautados y acordados a nivel internacional que se implementan como instrumentos de medición orientados a habilidades de reconocimiento más que de desempeño y que prácticamente no dan lugar a la creatividad por parte del docente.
No obstante, la evaluación de habilidades orales y de escritura permiten un rango de opciones mucho más amplio y flexible como para adaptarse a la modalidad particular de cada clase/estudiantes/docente.
En este sentido, por ejemplo, la cursada de idioma inglés del 6º año de la Escuela Agropecuaria ha adoptado la modalidad de Taller de Escritura en Inglés, que los alumnos pueden promocionar si cumplen con la presentación en tiempo y forma de las tareas asignadas.
En la práctica, esto se lleva a cabo por medio de un portfolio que va desarrollando cada alumno, es decir, periódicamente, y luego de la presentación de los temas de aprendizaje, se asignan tareas de complejidad gradual. En primera instancia, las tareas consisten en prácticas domiciliarias que se resuelven por pares de alumnos y utilizando documentos en Google Drive. Luego de la primera entrega, el trabajo es supervisado por la docente y reeditado por los alumnos antes de la presentación final. Una vez afianzados los requerimientos lingüísticos, la resolución de las tareas será individual. De este modo, cada estudiante va construyendo su portfolio durante la cursada y que deberá completar para promocionar la materia.
Estas prácticas de evaluación tienen un doble propósito. En primer lugar, intentan poner de manifiesto el desempeño progresivo en el uso de las herramientas léxicas y lingüísticas con el objeto de componer o construir textos que se acerquen a los requerimientos académicos de nivel superior. En segundo lugar, se propone estimular la confianza en el uso del inglés y reducir el nivel de inhibición y frustración que habitualmente se genera ante una  lengua extrajera.
Es este último propósito lo que más me entusiasma de mis prácticas de evaluación: reducir el nivel de presión y frustración de los alumnos y generar un entorno más amigable y colaborativo en la resolución de las tareas. Uno de los mayores obstáculos es desarrollar un nivel de responsabilidad y compromiso sostenido en todos los estudiantes.
Sugerencias?  Varias. Ante todo, me gustaría desarrollar un soporte virtual más sólido (por el momento el trabajo se organiza en Google site) e implementar el e-portfolio.